SALUD MENTAL EN EL CONTEXTO SOCIAL DE LA COMUNIDAD LGBTQ+

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Escribe: Alessandra Serrano

Problemas Psicosociales

Existen tres componentes de la salud mental: el bienestar emocional, el bienestar psicológico y el bienestar social. El bienestar emocional está relacionado con la capacidad y frecuencia con la que se experimentan las emociones. El bienestar psicológico significa contar con herramientas para manejar las responsabilidades que se tiene en la vida cotidiana y con los otros miembros del entorno. En tercer lugar, el bienestar social consiste en tener un funcionamiento que contribuya con la sociedad y sentirse parte de una comunidad. Por otro lado, los problemas psicosociales son alteraciones de las relaciones interpersonales y el ambiente. Podemos dar como ejemplificación las situaciones de violencia, disfunciones en la dinámica familiar, abandono, discriminación, racismo, etc., que se interrelacionan con las enfermedades físicas y con otros problemas de salud mental y situaciones de inequidad social como la pobreza, el sexismo, el clasismo y las violaciones a los derechos humanos. Es así como se ha identificado que la ausencia de una red social de apoyo, el desempleo, las adversidades de la comunidad, la pobreza, etc., son factores de riesgo que predisponen la aparición de problemas de salud mental.

Discriminación y Salud Mental en personas LGBTQ+

Al grupo de personas que tienen una identidad de género o una orientación sexual que escapa de las normas sociales aceptadas para hombres y mujeres se les conoce como personas LGBTQ+. Las personas LGBTQ+ reflejan la diversidad en la sexualidad y, en nuestro país, son una de las poblaciones más discriminadas, según la II Encuesta Nacional de Derechos Humanos. El racismo, el sexismo y la homofobia son manifestaciones y sistemas discriminatorios que limitan el acceso a recursos, lo que incide en el desarrollo de conductas que reducen el bienestar psicológico tanto a la persona que las experimenta como a su entorno. Por tanto, la discriminación afecta directamente a la salud mental. Esto ha llevado a que la salud mental de las mal llamadas “minorías sexuales” o de la diversidad sexual haya sido objeto de numerosos estudios – casi nunca en el país – debido a que existe mayor prevalencia de trastornos psicopatológicos entre los grupos de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) en comparación con las personas que tienen una sexualidad heteronormativa. Las distintas identidades de género (personas transgénero y de género no binario) y orientaciones sexuales (homosexualidad / bisexualidad) disidentes conviven en una sociedad donde la heterosexualidad es la norma, por lo que la homofobia se construye de manera similar a otros sistemas de opresión. La homofobia, la bifobia y la transfobia son productos de este sistema, y están definidos como la consideración de que la diversidad sexual es una transgresión de los roles genéricos masculinos y femeninos y de la naturaleza sexual humana. Aunque la noción central de la homofobia es la actitud de rechazo y odio irracional respecto de los no heterosexuales, representa también una manifestación arbitraria que consiste en señalar al otro como inferior. En ese sentido, la homofobia (y la bifobia, lesbofobia y transfobia) son todas aquellas actitudes y conductas que tienen como objetivo despojar a las personas de su condición de seres humanos.

Efectos de impacto negativo en la Salud Mental en personas LGBTQ+

Además, los estudios sobre el tema reportan que los jóvenes y estudiantes de la comunidad LGBTQ+ que son víctimas por su orientación afectivo-sexual o identidad de género tienen mayores índices de depresión, ansiedad, baja autoestima, síntomas de estrés postraumático, abuso de sustancias, aislamiento, ideas o pensamientos sobre el suicidio, tentativa de suicidio y suicidio. Un estudio realizado en España encontró que “el bullying sufrido en el pasado influye en el bienestar psicológico de los sujetos en la actualidad, concretamente, en los niveles de depresión, ansiedad y autoestima”. Asimismo, la violencia psicológica se asocia significativamente con la identidad de género: las personas de género no binario o trans reportan mayor violencia psicológica que las personas cisgénero. Sin embargo, la homofobia cotidiana se presenta con más frecuencia de manera simbólica, es decir, puede pasar desapercibida incluso por la víctima, ya que el rechazo no se le expresa directamente, sino a la homosexualidad como fenómeno psicológico y social. Esto incluso, puede ser interiorizado por la propia persona LGBTQ+, generando un discurso interno discriminatorio sobre su propia orientación sexual o identidad de género, lo que impacta en su salud mental e incide en que busque cambiar estos aspectos de su identidad o esconder sus afectos o expresiones. La discriminación produce una limitación en el acceso a recursos sociales, educativos, económicos y de salud, impactando la salud mental y en el proyecto de vida de la persona que la experimenta. Este estigma social, el prejuicio y la discriminación estructural, así como la de la familia, pares, compañeros de trabajo y compañeros de clase, se ha relacionado con pensamientos y conductas suicidas en personas trans, lesbianas, gays y bisexuales, según estudios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, realizados en Estados Unidos.

“Cuando todxs lxs personas sean tratadxs como iguales, sin importar quiénes son o a quiénes aman, todos seremos más libres”